A lo largo de la historia decenas de mujeres científicas han aportado sus conocimientos y saberes para contribuir al progreso del mundo. Debido a la mentalidad de la época, sus logros muchas veces fueron olvidados o apropiados por hombres. Por ello, es nuestra misión, que en la actualidad se reconozcan las contribuciones de estas grandes mujeres a la ciencia.
Para las niñas que quieren ser científicas, muchas veces existe una gran falta de referentes femeninos con los que identificarse, lo que supone una limitación a la hora de elegir qué quieren ser de mayores: según numerosos expertos esta es una de las razones por las que se tiende a asociar las carreras científicas con lo masculino.
Así pues, con motivo de la celebración el 11 de febrero del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, queremos hacer un repaso por las que han sido las mayores científicas de la historia. Si deseas saber más solo tienes que seguir leyendo.
Hipatia de Alejandría es, con toda probabilidad, la científica más reconocida del mundo clásico. Perteneciente a la escuela neoplatónica de Alejandría, Hipatia fue filósofa y maestra, pero también científica. Era considerada toda una autoridad, destacando en matemáticas y, sobre todo, en cosmología.
Hipatia fue una de las principales defensoras del heliocentrismo, es decir, de considerar al Sol el centro del universo. Entre otros logros, diseñó sus propios astrolabios para calcular la posición de las estrellas, así como un preciso densímetro.
Hipatia es considerada “mártir de las ciencias” puesto que fue asesinada por un grupo de cristianos por defender sus creencias científicas.
Si eres de los que piensa que la programación era una cosa de hombres, te sorprenderá saber que el primer algoritmo de la historia lo inventó una mujer. La británica Ada Lovelace es considerada la más relevante pionera de la programación a nivel mundial.
A mediados del siglo XIX, desarrolló la idea conceptual de la Máquina Analítica, uno de los primeros computadores. Aunque nunca llegó a construirse, esta máquina analítica sentó las bases de la informática moderna posterior.
Marie Curie es quizás la científica más conocida de la historia. Pionera en el campo de la radiactividad, sus descubrimientos cambiaron la historia de la Física y la Química y le valieron un doble Premio Nobel por ambas disciplinas.
Junto a su marido Pierre, quien siempre reconoció que el trabajo de su esposa era igual o más relevante que el suyo, descubrió el fenómeno de la radiactividad e inventó las primeras máquinas de rayos X para uso médico, que se utilizaron en el frente de la Primera Guerra Mundial para ayudar a los soldados heridos. Además, descubrió dos elementos químicos, el polonio y el radio. El trabajo de Marie Curie con la radiactividad sería, tristemente, su sentencia de muerte: falleció a causa de una anemia aplásica provocada por la radiación.
En 1953, se produjo el descubrimiento más relevante del siglo en el campo de la biología: la estructura de doble hélice del ADN, la molécula que contiene toda la información genética humana. Los investigadores británicos James Watson y Francis Crick obtuvieron el Premio Nobel ese mismo año debido al descubrimiento, pero la ciencia olvidó a una persona fundamental.
Rosalind Franklin es considerada la gran heroína olvidada de la ciencia. Franklin se dedicaba a hacer fotografías con difracción de rayos X, una técnica enormemente compleja que servía para conocer la estructura de las moléculas.
Una de sus imágenes, la célebre fotografía 51, sirvió a Watson y Crick para postular su teoría de que el ADN tenía una estructura de doble hélice como conocemos hoy en día. Solo hasta después de su muerte, su decisiva aportación de Rosalind Franklin no fue reconocida.
Es considerada la creadora de la enfermería profesional moderna. Tras comenzar esta profesión debido a una supuesta llamada divina, Florence revolucionó la asistencia sanitaria a los soldados de la guerra de Crimea.
Introdujo elementos novedosos para la época, tales como la higiene y la esterilización en hospitales, qué hicieron reducir la mortalidad de los soldados del 42% al 2%.
Florence Nightingale creó la primera escuela de enfermería del mundo, contribuyendo a dignificar y profesionalizar una profesión hasta entonces poco valorada.
La científica austrohúngara Lise Meitner contribuyó de manera decisiva al descubrimiento de la fisión nuclear. Durante el transcurso de sus investigaciones, Meitner descubrió que al bombardear el torio (un elemento químico) con neutrones, se producían diversos isótopos radiactivos.
Fue así como, junto a su colaborador Otto Hahn, descubrió el fenómeno de la fisión nuclear. Este relevante descubrimiento le valió a Hahn para ganar el Premio Nobel de Química en 1944, perpetuando la infausta tradición de la falta de reconocimiento a las mujeres científicas.
Tuvo que abandonar su país por las redes raciales de la Alemania nazi y vio cómo su invento derivaba en la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial.
Es considerada la primatóloga más importante de todos los tiempos. Su fama y prestigio se deben a uno de los mayores estudios de comportamiento animal jamás hechos en la historia.
Durante más de 60 años Goodall ha dedicado su vida a estudiar el comportamiento de los chimpancés del Parque Nacional de Gombe, en Tanzania. En sus investigaciones, ha descubierto que los chimpancés tienen relaciones sociales y familiares muy similares a los humanos, desafiando el propio concepto de humanidad que teníamos hasta el momento.
Además, Jane Goodall ha dedicado una parte de su vida y obra a la protección de la naturaleza salvaje mediante la Fundación que lleva su nombre y ha sido galardonada con el Premio Príncipe de Asturias en 2003.
Como hemos podido ver en este post, son numerosas las mujeres científicas a lo largo de la historia que, gracias a su ingenio, han aportado innumerables avances a la ciencia y tecnología del momento.
Aunque poco a poco el reconocimiento a estas grandes científicas de la historia va estando más asentado, aún queda un largo camino por recorrer que coloque a estas grandes mujeres de la historia en el lugar que les pertenece.